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Canallitas de Silicon Valley - Parte 2

por Kal

Cuando no tienes nada que perder solo puedes ganar.

Philipe Kahn

Borland fue una empresa muy conocida en el mundo de la programación informática por el desarrollo de IDEs de programación como Turbo Pascal, Turbo C o Borland C++ con los que los programadores podían crear sus proyectos íntegramente.

Pero antes de ser una líder en su sector Borland fue una empresa humilde, una empresa con tan poco presupuesto que su CEO, Philippe Kahn urdió una estrategia para intentar salvar a la empresa del cierre.

En esa estrategia Kahn quería engañar a uno de los comerciales de publicidad de la revista BYTE, una revista referente del sector en Estados Unidos, para no pagar por una página de publicidad que necesitaba a toda costa y que podía costar miles de dólares por adelantado. Dólares que Borland no tenía.

Lo que hizo Kahn fue pedir a amigos y conocidos (e incluso a gente contratada expresamente) que acudiesen bien vestidos a las oficinas de Borland para simular que estaban trabajando allí.

Les dio instrucciones de que hiciesen llamadas a la oficina y las contestasen como si una multitud de clientes estuviesen interesándose por contratar sus productos.

También les dijo a algunos de ellos que discutiesen en qué se ganarían sus pingües beneficios por las ventas extraordinarias que estaban teniendo.

Así cuando llego el primo, el pobre comercial de Byte que no sabía de que iba el rollo, lo tuvo esperando en ese ambiente triunfalista de la empresa para que se fuese impregnando.

Cuando Kahn le hizo pasar le sentó a su mesa, sobre la cual había un informe con una lista de todas las grandes publicaciones de informática estadounidenses, en la cual el nombre de Byte estaba tachado, la dejó a la vista un rato y luego la apartó como si no se hubiese dado cuenta de que ahí estaba, sabiendo que el comercial la había visto claramente.

Cuando Kahn se dirigió al comercial les dijo que ya estaba cerrado el presupuesto de publicidad de la empresa y que no creían que Byte fuese la revista adecuada para ellos, que los lectores no eran su público objetivo.

El comercial en lugar de irse sin más y imbuído por el olor a riquezas pidió a Kahn que probasen a anunciarse en su revista primero, que les dejaban pagar más adelante la publicidad.

Kahn hizo ver que se lo pensaba y al final firmaron un acuerdo con el que Borland se publicitaría a página completa en Byte pero sin pagar nada hasta un tiempo después.

Phillipe Kahn-Byte-Turbo-Pascal-publicidad

Gracias a esa publicidad, que era la única que tenía Borland en realidad, Turbo Pascal vendió programas por valor de 150.000$ y Borland se puso en el mapa de las empresas de software.

Y esto amiguitos es otro ejemplo que en el mundo de Silicon Valley, o comes, o te comen.