¡Con lo que han sido estos dedos! #3: 1VS1
Ah, los juegos de lucha… ¡qué tiempos!
Y digo bien, ¡qué tiempos! Porque este que firma era un auténtico virtuoso de la media luna-puño-fuerte y demás variantes, un artista del combo y el rey del perfect. Un crack.
No son autofelaciones vacías, lo prometo. En su día me saqué los combos finales de todos los personajes del Killer Instinct, me pasé el Super Street Fighter II sin recibir daño, con cinco estrellas de dificultad. E incluso con auto-retos tan tontos como: Sin usar patadas o sin usar agarres, etc, etc. Vamos, lo que era exprimir juegos en aquella época. Tenías 4 ó 5, pues a sacarles el máximo partido.
El juego que recuerdo con más cariño, y al que más horas le eché en su día, era el citado Killer Instinct para SNES, una conversión CO-JO-NU-DA, era simple y llanamente espectacular. Y bueno, me llegaba al monstruo bicéfalo-absurdo REMATADAMENTE FÁCIL (así lo recuerdo, claro) en menos que canta un gallo, el juego en si ya no era un reto, el auténtico desafío era completar todos los combates sin que Cinder hiciera su ataque clásico desquicia rivales consistente en lanzarse a toda ostia por la pantalla, o que Fulgore olvidara por un momento que era un clon de Ryu metalizado y se dejara de ayukens y ostias. Esos eran los retos.
Y si, me centro en el modo historia y los combates VS CPU (siempre me ha encantado ese término). ¿Por qué? Pues simple y llanamente, no había rival humano. Es decir, de vez en cuando mi hermano dejaba que lo inflara a ostias, o algún amigo suyo consolero se acercaba y se alejaba con las orejas gachas, pero es que no había rival. El caso de mi hermano era el más flagrante de todos. Yo allí, con mis tiernos 8 añitos, y el con los cojones negros venga a perder, y perder. Lo mejor era la mirada de: Mira niño, si sigo perdiendo mi ego no lo aguantará y te vas a quedar sin consola un mes Así que yo tenía que agachar la cabeza, fingir concentración y dejarme dar las ostias más lentas y predecibles de la historia del género, de vez en cuando le soltaba un castañazo para disimular y ea, al suelo. Era desesperante ver como le corrían ríos de sudor por la frente mientras su Ryu de turno hacía espasmos en un extremo de la pantalla, en un vago intento de realizar un hadoken en condiciones y, mientras, mi Zangief agachado en el otro extremo en plan: oh, no, el poderoso discípulo de Gouken está… ¡¡bailando!!
Cuando por fin veía salir un hadoken tembloroso, y muy lento, sin duda realizado con el puño débil, tenía que hacer ímprobos esfuerzos para calcular un salto que me dejara caer a plomo sobre él y a la vez pareciera haber intentado esquivarlo. Una odisea. Eso si, ver la cara de satisfacción de mi hermano no tenía precio, míralo que mono, se cree que no lo podía esquivar pensaba yo, muy para mis adentros, a poco que se me escapara el más ligero sarcasmo, me esperaba una mañana de domingo encerrado en el cuarto de baño, mientras él veía Popeye a toda voz (aquella era su tortura favorita, junto con la de atarme de pies y manos y ver como me dejaba los dientes tratando de escapar).
Pues bien, siendo como era un maestro en el arte del 1VS1, no es de extrañar que la vejez se cebara especialmente conmigo en estas lides. Y así fue.
Adoro el Street Fighter IV, me encanta el nuevo Mortal Kombat, y está al caer el próximo Soul Calibur, eso es así. Pero no me pidan que juegue bien. Soy incapaz.
Es decir, me defiendo, gano algunas peleas contra mis amigos (uno de ellos participó en el torno español de Street Fighter manejando a Makoto, y alguna vez le he conseguido zurrar) y no dejo de tener cierto estilo combeando, pero… oye, ni de coña he alcanzado esos niveles de majestuosidad de los que hacía gala a mis 10-12 años. Nunca, jamás.
E incluso, como no, hice mi particular viaje a los demonios personales jugando al Super Street Fighter II en emulador hace bien poco. Y si, recordaba algo. Pero no, no conseguía pasarme a nadie sin recibir daño, ni podía luchar contra Sagat usando tan solo los puños, no era capaz.
Eso si, siempre hay esperanza. Y siempre podemos recordar que los viejos rockeros seguimos siendo los que mejores riffs hacen. Para acabar con buen sabor de boca una última anécdota:
Hace 5 años, quizá 6. Acudimos el manta del amigo Logaran y yo a ver una película al cine. Como manda la tradición, antes de entrar en la sala echamos el habitual vistazo a esa sala extraña y bizarra que antes conocíamos como recreativos, entre maquinas de baile y air-hockey, vimos una máquina gloriosa. Un Street Fighter. Sinceramente no recuerdo si se trataba del Alpha Tus Muertos, o del Ultimate inglorious fukking amazing super mega Street Fighter 16, era un Street Fighter. Echamos nuestro par de euros de rigor (¡qué caro está todo!), seleccionamos nuestro clásico Ken VS Ryu, le zurré la banana y dijimos:
bueno, pues a aprovechar, a ver donde llegas Jugué contra el primer rival, apenas llegué a comenzar la partida cuando viene un NIÑATO de 15 ó 16, se coloca al lado mía, echa su euro (todo esto yo mirándolo con cara de ¿pero qué cojones haces?), elige a un personaje de estos raros de colorines que tiene ahora el Street Fighter y suelta la sentencia:
Rapidito, que tengo prisa
Con dos cojones, hoygan. Claro que si. Nos bastó un cruce de miradas a mi hermano y a mi para mantener una de esas habituales conversaciones telepáticas que tienen los parientes frikis:
Gánale al puto crío por tus muertos, gánale
Joder, ¡¡llevo sin jugar a un Street Fighter 12 años!!
Gánale, no me jodas, gánale o te castigo
Tengo 30 tacos
¡¡A tu cuarto!!
Esta conversación telepática está rozando el absurdo, voy a jugar
Total, que empezamos el combate, yo manejando a mi Ryu y confiando en su poderoso Shotokan. El niñato manejando a una especie de gordo untado en mayonesa y sin saber que cojones es el Shotokan. Me gana la primera ronda. Le gano la segunda. El niñato cabreado, yo sudando la gota gorda. Mi hermano con la vena del cuello a punto de reventar. Y en la tercera ronda empieza a lanzar lucecitas de colores (un ultra, vamos, y yo sin tener ni puta idea de cómo funcionaba eso) y me deja medio moribundo.
En estas que digo, bah, de perdidos al río y…
Salto, patada media, barrido fuerte, hadoken.
Victoria.
Es decir, le gané al puto criajo de los cojones con el combo más antiguo de la historia de la humanidad. Con el ABC del combate 1vs1, con el Génesis de la ostia fina.
Evidentemente fue algo glorioso, sobre todo cuando, recién golpeada la cabeza virtual del gordaco aceitoso aquel contra el suelo, miré al crío con compasión y le espeté:
Anda, sigue con mi partida, que tengo prisa
¡Qué gozo, qué infinito placer! Y lo que más placer me causa de todo, es que el puto criajo no tendría ni idea de lo que significa que te ganen con salto, patada media, barrido fuerte, hadoken Eso si, su gordo soltaba lucecitas muy molonas.
Recuerdos de la infancia, qué maravilla. ¡Con lo que han sido estos dedos!