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Relato: 'Operación Ogro'

Operación Ogro
Luis estaba sentado en el asiento trasero del Dodge negro, pensando en qué desayunaría aquella mañana, cuando un estruendo ensordecedor le dejó en estado de shock.

Éste duró unos segundos, durante los que pudo observar cómo sus miembros se hacían translúcidos y el lujoso coche degeneraba en un amasijo de hierro y cuero y los otros dos hombres que le acompañaban se deshacían en pulpa sanguinolenta.

Parecía estar en una especie de limbo donde las sensaciones físicas le habían abandonado y solo podía pensar en el sermón que acababa de escuchar. El párroco había estado dándole vueltas a la idea de la pureza de pensamiento para poder llegar al Reino de los Cielos, el coche parecía que iba a ascender directamente a éste.

Ese estado de confusión duró un instante, o una eternidad, nunca lo sabría. En algún momento dejó de estar en el coche y se encontró tumbado en una dura y fría camilla, quedó cegado por unos potentes focos que apuntaban hacia él, por lo que no podía ver dónde se encontraba.

Su cuerpo había recuperado los sentidos pero el eco de la explosión aún rondaba su cráneo, entrando por sus orejas y abriéndose paso hasta el cerebro, el zumbido era tan molesto como la luz de los focos, aunque poco a poco sus ojos iban acostumbrándose a ésta, se dió cuenta entonces de que estaba completamente desnudo, se incorporó lentamente, casi cayendo por el borde de la camilla.

En ese instante una puerta se abrió en un lateral de la habitación y un par de hombres vestidos con bata blanca se aproximaron a él, les seguía una joven, la cual parecía una enfermera con un carro lleno de material médico.

-¿Do-dónde estoy?- preguntó Luis con una voz que le sonó extraña y lejana.

-Me alegro enormemente de verle- Contestó uno de los hombres que sostenía un cigarro encendido en una mano y un sobre adornado con dragantes bastante abultado en la otra-. Permítanos que le examinemos para comprobar que se encuentra bien.

El segundo hombre, un joven que lucía una negra barba rala, le tomó de la mano y Luis, aturdido, dejó que le tomase el pulso y le aplicase un estetoscopio en pecho y espalda.

-Parece todo correcto- informó tras su pequeño análisis. -Por favor, Macarena, vista al señor con la bata y acompáñelo al laboratorio mientras examinamos la zona Beta.

Luis se dejó vestir con una bata que más bien parecía un delantal con mangas, de un bonito color azul celeste, y la enfermera le acompañó a una sala enorme llena de maquinaria extraña y una especie de televisor con teclado encima de una brillante mesa de acero inoxidable.

-Siéntese señor. ¿Desea algo para beber?

Lo cierto es que Luis estaba sediento así que pidió agua a la enfermera y ésta sonrió con dulzura, le sirvió un vaso de plástico blanco con agua de una botella de cristal y dejó ambos encima de la mesa, para alejarse después hacia el fondo de la estancia y desaparecer tras una cortinilla de sobrio color verde.

La pantalla del extraño televisor brillaba con un halo de suave tono azul y mostraba dos frases en color negro:

'>ogre.run running…’

seguido de un cuadradito parpadeante.

En seguida llegaron los hombres de antes, el primero, el que no tenía barba, le ofreció un cigarrillo “Chesterfield”, Luis estuvo dudando unos segundos, pero finalmente rechazó el cigarro. Los dos jóvenes parecieron sorprenderse levemente y el joven de barba tomó el cigarrillo que no había querido Luis y lo encendió con una cerilla.

-¿Me pueden decir dónde estoy?- preguntó Luis.

-Estimado señor, todavía debe estar algo confundido, es algo normal ya que el proceso por el que ha pasado es muy experimental, pero pronto recuperará la memoria- dijo el joven de barba.

-No entiendo lo que quieren decirme- contestó Luis-, estaba en mi coche… Iba a desayunar a mi… Casa… No recuerdo dónde está mi casa- la mente de Luis bloqueaba partes de información, había imágenes que iban y venían, frases que bailaban cerca de sus orejas, su memoria parecía una bandada de pájaros esquivos en un día ventoso.

-Tranquilo Luis, muy pronto recuperará la memoria, y verá que su nuevo cuerpo se adapta a todas las tareas que necesite hacer- continuó el joven barbudo-, de momento queremos que esté unos días en observación hasta que se considere que ha superado la fase T.

-Mientras tanto queremos que examine el historial de su nuevo cuerpo- dijo el otro hombre tomando el relevo-, es muy importante que aprenda toda la información de este dossier antes de abandonar esta instalación- puntualizó la frase golpeando vigorosamente con el índice el sobre adornado.

Luis pudo ver esta vez que el sobre contenía unas frases mecanografiadas en tinta roja:

“Alto Secreto de Estado” “Operación Ogro”

“Sujeto de transferencia M. Rajoy”

Autor: Kal Zakath